En un artículo anterior repasamos la parte positiva (sí, la tiene) de todo este asunto del coronavirus, pero como todo, tiene también su parte negativa, claro, una pandemia mundial no es que sea jauja. Siempre hay desalmados que se aprovechan de las desgracias como excusas para engañar, manipular, timar, esclavizar, hacer abuso de poder… Estemos atentos a estos desmanes:
–Recorte de libertades
Es evidente que el confinamiento supone la supresión de libertades básicas: de movilidad, reunión, de trabajo (físico y presencial, que no sea teletrabajo), actividades que no podemos hacer…
Pero también es evidente que no es algo por capricho del gobierno (como en el caso de una dictadura), si no por motivos sanitarios de controlar una pandemia mundial. Es algo objetivo y necesario, para proteger nuestra salud.
Los países que mejor están superando la pandemia son precisamente los que han realizado una cuarentena más estricta, tests y un seguimiento de los casos. Y uso de mascarillas, claro.
Derrotar al virus, supone, nos guste o no, recortar algunas libertades temporalmente. No queda otra.
Esto puede ser usado por algunos presidentes y gobiernos para reprimir a la población con la excusa del coronavirus (igual que anteriormente se utilizó la excusa del terrorismo, o la de la crisis económica), así que tenemos que estar ojo avizor para garantizar la democracia. Prevención y medidas contra el virus en democracia SÍ, recorte de libertades perpetuo como quien no quiere la cosa NO.
Estemos atentos.
-Uso de tecnología para espiar a la población
Con la excusa del coronavirus, debemos estar precavidos ante el retroceso en privacidad que pueden suponer apps de rastreo que, aunque útiles para controlar y rastrear casos positivos de coronavirus y sus contactos, pueden ser una intromisión a la privacidad enorme, llevándonos a una pesadilla tecnológica estilo Black Mirror.
Quizás por esa desconfianza y protección de la privacidad, en Europa y América, no se han implantado a nivel general estas apps de seguimiento de contagiados por coronavirus, mientras que en Asia (China, Corea del Sur) sí las han implantado de forma masiva y obligada entre la población.
¿Funcionan para rastrear los casos y sus contactos? Sí. Pero ¿a qué precio? Si el gobierno va a saber donde estás en todo momento, con quién estás, quiénes son tus contactos… es una intromisión vital demasiado grande, que puede que no compense, solo para evitar unos cuantos contagios.
En España las principales compañías de telecomunicaciones, ya hicieron un estudio mediante el rastreo de las líneas móviles para visualizar con big data si la población estaba cumpliendo con el confinamiento y las restricciones a la movilidad. Con la simple señal de tu teléfono móvil, ya saben dónde estás, te tienen localizado en todo momento, no hace falta instalar ninguna app. Pero no es lo mismo que las compañías telefónicas hagan un estudio de big data anonimizado de toda la población española en general, a que los gobiernos tengan guardados individualmente de cada ciudadano, los datos de localización y contactos mediante una app.
Yo creo que si todos usamos mascarillas, nos lavamos las manos frecuentemente, no nos tocamos la cara, mantenemos la distancia de seguridad, y sobretodo si notamos síntomas y tenemos positivo en coronavirus, nos quedamos en casa y seguimos la cuarentena a rajatabla (no yéndonos a comprar al supermercado o de bares a esparcir el virus), la epidemia se puede controlar sin necesidad de uso de estas medidas extremas, estas apps distópicas dignas de 1984.
-Abuso de autoridad
Con el confinamiento se han hecho virales (nunca mejor dicho) vídeos y tuits de actuaciones policiales bochornosas que, con la excusa de controlar que la población hiciera caso de las medidas anti-coronavirus, han realizado claros abusos de autoridad.
Una cosa es avisar a la gente que tiene que ponerse la mascarilla, y otra creerse el Juez Dredd (o más bien, Torrente), y tratar de malos modos, multar, detener e incluso golpear a la mínima a cualquiera que pillen por banda en la vía pública.
Se han llegado a ver hasta policías golpeando a discapacitados y a señoras. Empujando a viejos para atrás abriéndoles la cabeza.
Rompiendo las ventanas de un coche y electrocutando con un táser a los jóvenes que estaban en su interior.
Metiéndose dentro de casas sin orden judicial.
Por no mencionar el caso del nigga asesinado mediante rodilla en cuello por policía en EEUU, la gota que colmó el vaso del racismo y abuso de autoridad policial.
La actuación policial siempre tiene que ser proporcionada, y con el coronavirus se han visto las fuerzas del «orden» crecidas, creyendo que las calles son suyas, y que en vez de estar para proteger y servir a la población (para ello les pagamos el sueldo), pueden hacer lo que les salga de los cojones con cualquiera que pillen por medio.
Desgraciadamente ya estábamos acostumbrados a la desproporción en el uso de la fuerza por parte de los antidisturbios, pero ahora también la policía y la guardia civil se han crecido con el Estado de Alarma, creyendo que la situación excepcional provocada por la pandemia les da derecho a tratar y hablar de malas maneras a cualquier ciudadano.
Y encima existen particulares, que desde las ventanas jaleaban y felicitaban las actuaciones policiales desproporcionadas, de detenciones, golpes y multas absurdas. Vergüenza ajena.
¿Quién vigila a los vigilantes? Pues toda la sociedad, que para eso les pagamos el sueldo. Están para servirnos, no nosotros para servirles de punching ball, o de exprimirnos con multas a capricho.
Los que imparten la ley tienen que tener un comportamiento ejemplar. Estas exhibiciones de gañanismo público lo que hacen es desacreditarles.
Deberían de controlar más en las Fuerzas de Seguridad a quién fichan (¿hacen casting de violentos?) y su comportamiento. No puede ser que tengan pistola y placa estos gañanes.
-Militarización
Con el Estado de Alarma se llegó a sacar en España al ejército a la calle. Al principio para vigilar que se cumplieran las restricciones de movilidad y que nadie saliera de su municipio/Comunidad autónoma.
Después para ir a las residencias de ancianos, a desinfectar y sacar cadáveres. También ayudaron a la construcción de hospitales de campaña.
Muy bien, sin duda prefiero que el ejército esté para ayudar que para matar en guerras. Pero también creo que esa no es su función. Su función es estar formados, preparados y prevenidos para defender y proteger mediante el uso de la fuerza a la población de un país (y para disuadir a posibles enemigos) frente a ataques externos, internos y guerras.
No para repartir mascarillas. Para controlar el tráfico, el movimiento, ya está la policía. Para desinfectar y atender a ancianos, ya está el sector sanitario. Para construir ya están los obreros y operarios.
El ejército está para lo que está, y a menos que se produzca una situación de guerra de verdad (y no, una pandemia no es una guerra, no puedes disparar al virus), yo no quiero ver ni un solo tanque ni militar por las calles.
En este país los militares nos recuerdan todavía el pasado oscuro del franquismo, así que cuanto menos les veamos en la vía pública, mejor. Tener al ejército desplegado en las calles es antidemocrático.
Por eso pienso que no se debería haber usado el ejército durante la pandemia, y en su lugar haber usado más policías, sanitarios y obreros, que para eso están.
-Cierre de fronteras
El sueño húmedo de los nazis. Trump con la excusa del coronavirus, ha cerrado las fronteras de EEUU para inmigrantes y refugiados. Ya no le ha hecho falta construir un muro con México.
-Aumenta la desigualdad social
La calle iguala a la gente. Mezcla las clases sociales. Hace que ricos tengan que interactuar con pobres. Les obliga, aunque no quieran, a ver algo de realidad.
El aislamiento en sus mansiones, amplias y con jardín y piscina, hace que su cuarentena sean unas vacaciones; mientras que es una pesadilla el confinamiento de gente que viven en un piso minúsculo y no tengan ahorros ni trabajo (o no puedan realizar su trabajo habitual por el confinamiento).
Muchas familias que vivían ya justas antes de la pandemia, con esto se han visto obligadas hasta a solicitar comida a servicios sociales, o hacer colas interminables para recoger comida que reparten asociaciones vecinales.
El paro, la crisis económica, afecta como siempre más a los más pobres. Mientras los ricos tienen liquidez suficiente para vivir tranquilamente, y como en la crisis pasada del 2008, una excusa para conseguir mano de obra barata para sus negocios, ante las avalanchas de candidatos desesperados por tener cualquier trabajo con cualquier sueldo.
Por eso esos ricos están en contra de la renta básica. Porque es una herramienta para evitar la pobreza extrema, que nadie pase hambre e incluso como elemento de evitar desesperación a la hora de aceptar cualquier sueldo de mierda. Es un mecanismo empoderante de los trabajadores para no tener que trabajar en cualquier cosa porque no les queda otra si quieren comer. Los empresarios se verán obligados a ofrecer mejores sueldos (tampoco les gustaba la subida del sueldo mínimo) y condiciones (tampoco les gusta el derogar la reforma laboral, que abarataba el despido y legalizaba el despedir a trabajadores de baja por enfermedad), por eso no les gusta la renta básica (tampoco les gustaba la jornada de 8 horas, el fin de semana libre, el derecho a vacaciones, paro, jubilación…y hasta hace relativamente poco tampoco les gustaba que se abolieran los latigazos en el entorno laboral).
Por eso es importante votar a partidos que cuando gobiernen garanticen los servicios públicos básicos (la Sanidad Pública ha sido lo más clave para vencer la pandemia), y avancen en derechos (paro, pensiones…), y libertades sociales.
-NEGOCIOS TURBIOS: Especulación y timos
Ya a finales de febrero, antes de que se declarara la pandemia mundial de forma oficial por la OMS, cuando el coronavirus estaba muy presente en las noticias, subió el precio de las mascarillas hasta puntos desorbitados, aprovechándose algunas empresas que poblaciones de todo el mundo querían hacerse con mascarillas para protegerse.
Y lo mismo con geles hidroalcohólicos, guantes y hasta con botes de alcohol normales. Especulación aprovechando una emergencia sanitaria.
Incluso se vendían (y venden) muchas mascarillas fake. Es decir, mascarillas que dicen que son FFP2, N95 o FFP3, y luego no protegen a esos niveles. Ha sido sonado por ejemplo, las mascarillas que ha repartido Ayuso aka IDA a los ciudadanos en las farmacias de la Comunidad de Madrid, que según los análisis de laboratorio, luego no protegían tanto como prometían [AQUÍ LINK A LA NOTICIA].
Por eso es importante que en todos los países hayan industrias propias que garanticen elementos básicos, como las mascarillas. Así no depende el mundo entero de China.
En España muchas fábricas cambiaron su producción y se pusieron a fabricar mascarillas, geles hidroalcohólicos y hasta respiradores.
También los neoliberales decían que si el gobierno marcaba precios máximos de las mascarillas se iba a provocar desabastecimiento. En España el Gobierno marcó el precio máximo de las mascarillas quirúrgicas a 0,96€, y de repente, no solo no hubo desabastecimiento, si no que hubo mascarillas disponibles en todas las farmacias y hasta en los supermercados.
Una vez más, los economistas neoliberales se tuvieron que comer sus palabras.
-Sin conciertos ni festivales de música en directo
Evidentemente estar cientos, incluso miles de personas en grandes conciertos, pegados unos a otros, en espacios cerrados (e incluso en espacios abiertos, tanta masificación no es buena), cantando a voz en grito, es la mejor manera de expandir una pandemia.
Por ello, los conciertos, por mucho que los echemos de menos los melómanos y rockeros de religión, van a ser uno de los puntos de peligro a evitar mientras dure la pandemia.
Siempre nos quedará la música en streaming, los conciertos en youtube, e incluso pequeños conciertos en salas con todo el público con mascarilla y garantizando la distancia de seguridad (no sé como lo harán, pero si la vacuna tarda en llegar no quedará otra).
Se han llegado a ver hasta conciertos drive-in, esto es, como esos cines donde vas con el coche y ves la película sin bajarte del coche, pero con un concierto.
En fin, esto de la Nueva Subnormalidad es una tortura, a ver si llega pronto un tratamiento o vacuna, y podemos volver a la normalidad normal.
Este verano sin festivales se va a hacer muy duro. Qué mono de Download o Resurrection Fest, oiga.
-Sin cañas ni fiestas con los colegas
Desconozco la manera de poder beber y tapear sin quitarte la mascarilla, así que mientras dure la pandemia, me váis a ver poco por los bares, ni siquiera en las terrazas.
Tampoco en fiestas en casas, ya que los interiores son garantía de mayor difusión del virus. ¿Van a estar las casas contínuamente ventiladas (con las ventanas abiertas, no vale el aire acondicionado ni ventiladores pues desperdigan el virus, contribuyendo al contagio) y con todos los invitados garantizando la distancia de seguridad, y con la mascarilla puesta cuando no se está bebiendo ni comiendo?
Lo veo difícil, así que no quedan más cojones que reducir la vida social este 2020 al mínimo.
-Sin reuniones familiares
Librarse de cuñados y suegros puede ser un alivio, pero lo cierto es que al final se acaba echando de menos esas comilonas familiares pantagruélicas, con sus cervezas, sus vinos, sus chupitos con el café y sus gintonics de sobremesa. Esos debates políticos interminables, esos adolescentes que miran todo el rato el móvil y se hacen fotos y vídeos chorras con filtros «pal Insta», esas divagaciones sobre la vida, esas lecciones no solicitadas de los más viejunos que te entran por un oído y te salen por otro, esos chistes malos…. Al final se le acaba cogiendo cariño y hasta echando de menos.
Lo más triste es no poder ver a abuelos (a los que les quede alguno vivo), al ser población de máximo riesgo. Mejor para evitar contagios, que corra el aire.
Porque puedes ser un contagiado asintomático y sin saberlo, dar el beso de muerte a tu yayo.
Así que mejor contactar con ellos vía teléfono y si queréis veros las caras por videollamada o hasta desde el balcón. Pero todavía conviene no tener demasiado contacto en persona, por si acaso.
Lo más triste es que en caso de enfermedad no se le puede visitar a la residencia, hospital… Incluso ni siquiera hacer un velatorio o funeral por su muerte (en el confinamiento más extricto no se podía. A partir de la fase 1 ya sí se pueden hacer velatorios presenciales de aforo reducido). Muy triste.
-Ligoteo más difícil:
Los que vivan con su pareja (y se lleven bien…y estén sin coronavirus…el coronavirus es el nuevo SIDA) pueden seguir ejercitándose, pero… ¿y los solteros? lo tienen jodido para ligar en estas circunstancias. Los pubs y discotecas están cerrados, y cuando los abran, sin pista de baile y manteniendo la distancia social a ver quién rompe el hielo. Buscar en Tinder ahora mismo es un deporte de riesgo, entre no saber si la otra persona te puede pegar el virus y el estado de alarma que prohíbe a las personas desplazarse o simplemente salir de casa sin motivo justificado (eso fue en las fases del confinamiento más a rajatabla, ahora en España hemos accedido recientemente a la Nueva Subnormalidad, donde los desplazamientos ya están permitidos). Ir a echar un polvo, aunque sea un motivo más que justificado (más que ir a comprar el periódico, por ejemplo, teniendo las noticias en internet), me temo que no les valdría a las autoridades si te paran (en la peor fase del confinamiento).
Incluso en Inglaterra han prohibido a parejas que viven en diferentes viviendas, quedar para tener sexo. (Realmente la norma es no juntarse entre personas de diferentes nucleos habitacionales, me imagino que a las autoridades les dará igual si quedan para tomar el té o para follar, y no tienen manera de comprobarlo, está prohibido reunirse con personas ajenas a la casa y punto).
Para algunos solo queda la santa paja. El porno es un servicio público esencial, y más en esta situación. Es algo que sin duda evita muchos suicidios.
-Crisis económica:
Sospecho que igual que la economía ha frenado de golpe, volverá a recuperarse rápidamente, más rapidamente de lo que imaginamos. Ya que los seres humanos vamos a seguir haciendo las mismas cosas que antes de la pandemia. Con mayor o menor precaución, pero las mismas cosas. Seguimos teniendo las mismas necesidades, los mismos gustos. Queremos comer, beber, consumir ocio, cultura, objetos, productos, servicios. No somos ahora diferentes de antes.
Así que mientras la gente tenga algo de dinero, va a seguir gastándoselo en las mismas cosas. De forma que las empresas y profesionales que ofrezcan lo mismo que antes de la pandemia, y les iba bien, van a seguir teniendo sus clientes asegurados. Solo hay que ver lo abarrotadas que están las terrazas de los bares en España. Como con la anterior crisis de 2008, que no se vaciaron los bares ni los centros comerciales.
Puede que al principio con más timidez, pero más tarde o más temprano, se acabarán recuperando las economías de todos los países.
Y hay negocios a los que con la pandemia les está yendo mejor que nunca e incluso han aumentado sus ventas: supermercados, farmacias, negocios basados en la venta online, plataformas de contenidos de cine y entretenimiento online (Netflix, HBO, Movistar+), streaming de música (Spotify)… y en general todos los modelos de negocio centrados en internet.
Lógicamente los máximos perjudicados son los negocios basados en lo presencial, y en la masificación (espectáculos, teatros, conciertos, festivales, ferias, discotecas…). Pero sospecho que esto será temporal y en cuanto se pueda la gente va a seguir llenando esos negocios (con más o menos aforos, con más o menos distancia entre clientes, con más o menos medidas estilo mascarillas, guantes, gel hidroalcohólico, pantallas, etc…).
Pero las necesidades del ser humano siguen siendo las mismas que las de antes de la pandemia, así que a los negocios que les iba bien antes de la pandemia, les seguirá yendo bien, y a los que les iba mal, quizás esto del coronavirus ha sido la puntilla para que cierren, igual que la anterior crisis hizo un darwinismo económico. Pero es que continuamente se abren y cierran negocios, hay empresas que funcionan y empresas ruinosas, no solo cuando hay crisis económicas.
Si un negocio funciona, funciona. Y aunque haya habido que parar la actividad un mes (o dos meses) por confinamiento, si cuentan con algo de ahorros para sobrevivir ese tiempo cerrado, saldrá adelante en cuanto se pueda volver a abrir.
El problema está en los negocios que iban al día, claro. Igual que a los trabajadores que les ha pillado el confinamiento sin ahorros, o sin trabajo o sin poder trabajar físicamente (no todos los trabajadores tienen la ventaja del teletrabajo).
En fin, igual que se ha salido de anteriores crisis, se saldrá de esta. Si nuestros abuelos pudieron salir de la guerra civil española, la posguerra y varias crisis económicas, las generaciones actuales saldremos de este periodo que nos ha tocado vivir.
Según se vaya superando la pandemia y volviendo a la normalidad (a la normalidad normal, no la puta mierda esa de Nueva normalidad), la economía volverá a fluir como antes.
Y lo bueno es que en caso de venir otra pandemia en un futuro, esto nos ha servido como ensayo general, así que nos pillará a todos los países mejor preparados para afrontarlas.
En resumen, como siempre, estemos atentos para proteger la democracia, las libertades, derechos y servicios públicos básicos para que las sociedades avancen y evolucionen. Voten con cabeza. En circunstancias excepcionales como el coronavirus nos damos cuenta de lo importante de tener sociedades bien organizadas. Y de la gran importancia de la Sanidad pública y la Ciencia. Más presupuesto para investigación y menos para la Corona e Iglesia.
¡Cuídense hasta que derrotemos totalmente al virus! Y no bajen la guardia, el virus sigue ahí.
Si no lo has leído, te recomiendo el artículo que escribimos con recomendaciones para protegerse y no contagiarse de coronavirus.
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